El hormigón está compuesto por cemento, agua, áridos de distintos tipos y algunos aditivos. El proceso de fraguado del hormigón es un factor esencial en la construcción, ya que supone la adquisición de la resistencia a medida que va endureciendo y debe realizarse de manera correcta.

El endurecimiento del hormigón se produce por una reacción química que necesita unas determinadas proporciones de componentes, es decir, determinada cantidad de agua concreta de cemento/agua. Ni más ni menos.

De esta forma conseguiremos que el hormigón alcance sus condiciones constructivas ópticas a lo largo de su vida útil.

Durante el proceso de fraguado se realiza una reacción química, el agua sobrante no imprescincible para la reacción permanecerá en el interior del hormigón durante su proceso de endurecimiento y posteriormente se evaporará.

Una vez que tenemos el hormigón puesto en obra debe tener una adecuada curación para que su resistencia y durabilidad no se vea afectada.

El proceso de curado tiene como función evitar la pérdida de agua (factores ambientales) principalmente por evaporación. Por ello, es necesario mantener la humedad de la mezcla hasta que se complete la reacción del endurecimiento.

Por esta razón se ha «regado» la plataforma de hormigón. Con el aporte de agua se consigue que la «evaporación» se produzca sobre el agua del riego en lugar de sobre el agua del amasado.